Durante el big bang nuestro
Universo tenía niveles de energía inimaginablemente altos, estos niveles eran
tan altos, que no era posible la existencia de materia, ya que cualquier
cantidad que hubiera surgido se habría desintegrado al instante.
Otros científicos opinan que la
inmensidad del universo observable, incluida toda su materia y radiación,
estaba comprimida en una masa o un plasma densa y caliente a tan solo unos
pocos milímetros de distancia, un único átomo primigenio. Este estado casi
incomprensible se especula que existió tan sólo una fracción del primer segundo
de tiempo.
Hace unos 10.000 o 20.000
millones de años, en un instante (una trillonésima parte de un segundo) tras el
big bang, el universo se expandió con una velocidad incomprensible, desde su
origen a un alcance astronómico. La expansión aparentemente ha continuado, pero
mucho más despacio, durante los siguientes miles de millones de años.
A medida que transcurría el
tiempo, en los primeros instantes de la existencia, la energía que puede transformarse
en materia, se enfrió lo suficiente como para que las primeras partículas
elementales comenzaran a formarse, en esos primeros minutos entonces se formó
una "sopa" de partículas elementales.
En estas energías, los quarks que
componen los protones y los neutrones no estaban juntos, y una mezcla densa
supercaliente de quarks y gluones, con algunos electrones, era todo lo que
podía existir en los microsegundos anteriores a que se enfriaran lo suficiente
para formar el tipo de partículas de materia que observamos hoy en día.
El enfriamiento de la energía
continuo y de las partículas se formaron átomos, pero aquí hay algo especial,
cuando los electrones se unen a los núcleos atómicos, emiten la energía que
llevan, sino no pueden hacerlo se produce una recombinación, casi todos los
electrones del universo, al bajar la temperatura después de 380 mil años, se
unieron a los núcleos, mayoritariamente protones, por ello lo que más existe es
el hidrógeno, así todos juntos emitieron un enorme pulso de energía, que aún
hoy se recibe, es la Radiación de fondo.
El brillo de la radiación de
fondo de microondas cósmicas, que puede encontrarse en todo el universo, se
piensa que es un remanente tangible de los restos de luz del big bang. La
radiación es similar a la que se utiliza para transmitir señales de televisión
mediante antenas. Pero se trata de la radiación más antigua conocida y puede
que guarde muchos secretos sobre los primeros momentos del universo.
Este mapa, hecho con datos
obtenidos por la nave espacial COBE, muestra la intensidad de la radiación
remanente de un período corto después del Big Bang
En ese momento la temperatura era
de varios miles de grados, y la Radiación de fondo que se detecta hoy en día
tiene una temperatura de 2,7 Kelvin (aproximadamente 270 grados bajo cero
Celsius). Esto debido a la expansión, al igual que un gas, que cuando se
expande se enfría. Por eso se recibe ahora a temperaturas tan bajas, y se sigue
enfriando.
El examen de las pequeñas
variaciones en el fondo de radiación de microondas proporciona información
sobre la naturaleza del universo, incluyendo la edad y composición. La edad del
universo desde el Big Bang, de acuerdo a la información actual proporcionada
por el WMAP de la NASA, se estima en unos 13.700 millones de años, con un
margen de error de un 1 % (137 millones de años).
De los átomos se formaron
moléculas, los primeros elementos formados fueron el hidrógeno y helio, las primeras
estrellas primigenias estaban formadas tan sólo por estos elementos químicos.
En aquel Universo recién nacido,
los astros eran nebulosas formadas por estos dos ingredientes más trazas de
litio, el tercer elemento de la tabla periódica, pero algunas de ellas llegaban
a ser muy grandes, muy masivas. Con una masa aproximada de ocho veces la del
Sol, una estrella explota y se convierte en una supernova, las estrellas
masivas, duran poco.
Cuando una estrella estalla es
capaz de fusionar átomos ligeros y formar elementos más pesados, como los
metales que ocupan periodos bajos de la tabla periódica. Estos nuevos átomos
expulsados al medio estelar, al Universo, enriquecen poco a poco las estrellas
ya formadas en sucesivas rondas de explosión estelar y formación de nuevos
elementos. Así se creó la materia que forma cada objeto, toda la energía y
materia conocida del universo (incluso el espacio y el tiempo) se comenzaba a
establecer.
Se cree que las primeras galaxias
eran débiles "galaxias enanas" que emitían tanta radiación que
separarían los átomos gaseosos de sus electrones. Este gas, a su vez, se estaba
calentando y expandiendo, y tenía la posibilidad de obtener la masa necesaria
para formar las grandes galaxias que conocemos hoy.
A gran escala, el universo está
formado por galaxias y agrupaciones de galaxias. Las galaxias son agrupaciones
masivas de estrellas, y son las estructuras más grandes en las que se organiza
la materia en el universo. A la hora de clasificarlas, los científicos
distinguen entre las galaxias del Grupo Local, compuesto por las treinta
galaxias más cercanas y a las que está unida gravitacionalmente nuestra galaxia
(la Vía Láctea), y todas las demás galaxias, a las que llaman galaxias
exteriores.
Las galaxias están distribuidas
por todo el universo y presentan características muy diversas, tanto en lo que
respecta a su configuración como a su antigüedad. Las más pequeñas abarcan
alrededor de 3.000 millones de estrellas, y las galaxias de mayor tamaño pueden
llegar a abarcar más de un billón de astros. Estas últimas pueden tener un
diámetro de 170.000 años luz, mientras que las primeras no suelen exceder de
los 6.000 años luz.
Además de estrellas y sus astros
asociados, las galaxias contienen también materia interestelar, constituida por
polvo y gas en una proporción que varía entre el 1 y el 10 % de su masa.
Se estima que el universo puede
estar constituido por unos 100.000 millones de galaxias, aunque estas cifras
varían en función de los diferentes estudios.
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